Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

lunes, 30 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL TRIGÉSIMO...






He velado durante muchas noches los sueños que no llegaban. Noches infinitas en las que mi mente vagaba atravesando silencios en busca de la palabra.

En mi aparente serenidad,  traté de soñar despierta en un intento por olvidarte. Pero tu sabor aún se hacía eco en mi boca.

Hoy te dedico los sueños perdidos. Te maldigo y te hago culpable de las horas en las que tu recuerdo, torturándome, ha bordado mis sábanas.

Y sin embargo, en mi reproche,  no me olvido de los amaneceres en los que el sol, aún tímido,  me invitaba a evocarte, a anhelarte,  a desearte de nuevo.

No puedo renunciar a ser quien soy.

Adicta a los desvelos por pronunciar tu nombre, a pesar de mis continuas renuncias, no dejo de sentir la tentación de tu ambrosía sobre mis labios.

Hoy, completamente vestida de negro, entregándome a ti,  te dedico los sueños perdidos, aquellos que murieron por sentirme más viva en tu compañía.

Y en mi lamento, te saboreo lentamente, pues aún prometiéndome que será la última vez,  consiento el engaño.

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO NOVENO...






Dime ¿Quién de tus sueños es dueña?

Soy morena y mi pelo castaño y rizado lo anuncia… no podría ser más de tierra.

Y en mi tierra me muestro desnuda, soñando su calor,  mientras mi piel se convierte en canela.

Yo, yo soy la dueña…

Y aunque no dejo de soñar, ni siquiera despierta, soy terca, no me prodigo en falsas quimeras.

De la luna y de las noches soy esclava pero del sol y de mi piel, prisionera. No su luz no me ciega.

Yo, yo soy la dueña…

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO OCTAVO...






A veces mis sueños no están tan lejos de lo que siento…

Y si bien he soñado con ser de barro, dejándome llevar por unas manos que moldearan mi cuerpo suavemente, no he dejado de respirar la tierra y hacerla mía sin dueño.

Siempre sueño descalza sin importarme el tiempo y moldeo mi propio barro embadurnando con él mi pecho, sin importar que mis manos se ensucien, pues hasta llenas de tierra,  escriben mis cuentos.

No, a veces mis sueños no están tan lejos de lo que siento…

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO SÉPTIMO...






Y los sueños comenzaron a teñirse de marrón prometiéndome que al despertar, los anhelos se desvanecerían.

Apuré los últimos segundos de aquella noche escrita para mí a ritmo de tango. Abrí las ventanas para darle una última oportunidad a las sombras que se escondían entre mis muebles. 

Renuncié a mi lecho, me tumbé en el sofá y preparándome para contemplar mi propio retorno, sin dolor, observé como una a una iban abandonando aquel lugar.

Fiel amante de mis noches, hoy confieso que nunca me asustaron los amaneceres, porque con ellos también soñé.

Que si bien, custodié como un guerrero mis propios crepúsculos, nunca tuve miedo de mi luz.

Sí, he conservado hojas secas de mi pasado, otoños envueltos en magia, pero he vivido tantas primaveras.

 Y no, no me olvido del verano fragante de canela…

¿Es Verano? Sí, sí lo es.

…Y los sueños comenzaron a teñirse de marrón prometiéndome que todo lo que soy y me hace feliz, permanecería en mí, incluso los recuerdos.

A veces no está mal soñar con uno mismo…

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO SEXTO...





Desperté en mi sueño embriagada por los últimos latidos de un bosque de árboles antiguos; árboles desnudos que fenecían lentamente al tiempo que narraban sus propias leyendas.

Hubiera sido fácil dejarme llevar por aquellas historias pero, en su lugar, Busqué asustada, entre ellos, el mío, intentando no escuchar el lamento de aquella tierra árida.

No, aún no era el momento.

Caminé sobre raíces, apartando aquellas ramas desiertas de vida  y entre sus sombras tristes, contemplé una figura que ocultaba el sol bajo su capa.

Me sentí cobarde al dar la espalda a la muerte y huir de aquel sueño,  pero mi árbol no estaba allí y no consentiría más mentiras.

El mío aún permanecía, solitario, en aquella colina verde respirando brisas, soñando lluvias.

No, aún no era el momento.

Y lo volví a contemplar…

Percibiendo su fuerza, la hice mía acariciando su tronco, condenando al olvido aquel cementerio en el que algún día mi árbol contaría su propia historia y yo soñaría con ella, entregándome a su muerte.

viernes, 27 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO QUINTO...





Y soñó pensamientos anaranjados…

Allí estaban, donde siempre habían estado, entre el amarillo y el rojo, entre la nostalgia de otoños caducos y la vida golpeando su sangre.

No dejaba de pensar, ni siquiera ante su espejo, ni siquiera ante su mirada.

Y mientras se envolvía en corrientes que la arrastraban a abismos llenos de recuerdos sintió como perdía instantes.

Una mariposa…

¿Qué importaba la palabra que llevaba grabada en sus alas?

Y descubrió en sus propios ojos que contemplar su vuelo podía serlo todo. Un instante para sentir infinito.

Sentir…

Quizás si hubiera encontrado un océano del color de sus alas… Seguía siendo  difícil no pensar.

Entonces, en su sueño, el atardecer se cubrió de tonos anaranjados despidiéndose del día…

Y en esa despedida sintió el rojo en su interior, golpeándola, hiriéndola de vida…

El amarillo solo era un recuerdo y el naranja se fue mostrando  cada vez más intenso hasta que, sintiendo su color, dejó de importarle.

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO CUARTO...






El naranja siempre fue un sueño incierto,  un espejismo que al tiempo de despertar quedaba sometido al juicio de la cordura.

Muchas veces hubiera deseado no abrir mis ojos,  pues mi mirada inquieta se perdía traviesa en busca de la quimera;  y al no alcanzarla,  se rendía bañada en  lágrimas de realidad.

Por un tiempo pensé no soñar, pero el sueño es siempre tan libre…

También intenté con ahínco despertarme cuando percibía aquellos tonos anaranjados engatusando mis emociones, pero entonces ya era demasiado tarde y contra mi voluntad mis sábanas se iban tiñendo de aquel color.

Sí, el naranja siempre fue un sueño confuso, una ráfaga de locura, un viento lleno de sabores por el que a veces no sabes decidirte.

Abrí mi armario y aunque lo sabía, no encontré ninguna prenda de ese color…

Estaba despierta y con un sabor amargo en mi boca, empecé a entender porque temía tanto soñar con ese color.



QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO TERCERO...







Es fácil soñar con algo que vuela y  no puedes alcanzar…

Una vez tuvimos un canario naranja. Creo que no conoció la vida fuera de su jaula y, sin embargo, cada amanecer regalaba su trino alegre.

Quizás él no soñaba, aunque yo sé que los pájaros sueñan. O quiero creer en ello.

Aún lo veo allí, entre barrotes, orgulloso de su trino…

Y de él aprendo...


LO DIFÍCIL ES SOÑAR CON TU PROPIO VUELO CUANDO NI SIQUIERA SABES UTILIZAR TUS ALAS...





martes, 24 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO SEGUNDO...






Envuelta en magia…

Dime ¿De qué color es tu día?

Hoy es naranja porque soñé contigo y  me llené de alegría.

Tu pelo acariciaba mi rostro, mientras me abrazabas con una sonrisa.

Y al tiempo que mis ojos se emocionaban, los tuyos, mi querida Laura ,se llenaban de vida.

Quizás fue un embrujo pero, sin conocernos nos encontramos en tu poesía.

Tú, desnudándote en palabras sentidas y mi alma, acariciándolas sin más, suyas las hacía.

Y la luna, nuestra luna…

Y tu mar, dándome envidia…

Y mi tierra, añorando nuestro encuentro…

Una amistad que se fue tejiendo entre rimas y cuentos.

¿Un encantamiento? Abracadabra y estoy a tu lado dándote los buenos días.

¿Un hechizo? “Es ahora…” y cada día lo comprendo,  porque estás a mi lado aunque no siempre sonrías.


Y en nuestra magia rompemos la distancia... No, en nuestros instantes, no hay brujería.


AHORA SÓLO ME QUEDA DECIR QUE LO SIENTO… PORQUE NUNCA TE LIBRARÁS DE MÍ, NI YO DE TU POESÍA, NI TÚ DE MIS CUENTOS..




lunes, 9 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑOS... EL VIGÉSIMO PRIMERO.








Una vez soñé con la rosa que nunca volvió a florecer tras el invierno.

Me gustaba tanto su color...

¿Sabes? Ella te podría haber contado parte de mi vida y seguro que recordaría cómo desde niña  cada primavera, al llegar a casa, me ponía en frente de su rosal esperando verla aparecer. Sin duda era mi favorita.

Pero hace dos años aquel rosal, aunque aún alberga vida en su interior, no ha vuelto a regalarme su color.

Dicen que las rosas ocultan mensajes secretos sólo para los que las contemplan. Yo, en aquel sueño, casi logro descifrar el mío, pero terminé perdiéndome en sus pétalos.

Estuve tan cerca…

Pero casi a punto de lograrlo,  ante mi rostro, aquella flor se deshizo en mariposas cálidas y fragantes y en cada una de ellas, en sus alas, se ocultó una palabra. Por eso me gustan tanto las mariposas.

Rara vez he vuelto a soñar con ellas, y ahora sé que quizás sea porque solo regalan su vuelo sintiendo la tibia caricia del sol.

A veces paseo en mis sueños y creo ver alguna revoloteando entre la jara o en mi jazmín y me imagino qué palabra puede llevar escrita. Quizás alguna sea  mi nombre.

Y despierta,  sigo haciendo mariposas. Es cierto, las hago, pero nunca naranjas porque aún espero esa rosa.

jueves, 5 de julio de 2012

QUIZÁS UN SUEÑO... EL VIGÉSIMO






Una vez ya escribí sobre los colores. ¿Lo recuerdas?

Yo que había empuñando con valentía el estandarte negro de mi alma, me vi envuelta en una quimera de luz.

Aprendí tanto…

Ahora sueño…

He pintado espejismos dormida y despierta me ha costado renunciar a un letargo en el que me sentí seducida por todos sus matices, incluso los que herían mi voluntad.

Hoy,  me resisto al amanecer porque sí, porque la vida me asusta aunque ya la hice mía.

Y de nuevo, la sinfonía de mi corazón…

Duele despedirse de un sueño que teñí del más hermoso verde, de un verde  nocturno bañado por mis lunas, de un verde que se respira y duele, que se desnuda, que palpita…

Hoy me resisto al amanecer porque sí, porque temo perder la ilusión y aún me quedan tantas palabras escondidas.

Y de nuevo, la esperanza que ya no se calla, atormentando mis sentidos.

Sí duele despedirse de un sueño que da miedo vivir, que da miedo cumplir…