Una vez, siendo niña, sentí la soledad de su resplandor, aquel brillo perdido en la inmensa oscuridad, sólo quebrada por el leve fulgor de las estrellas, sus eternas compañeras. Aunque nunca negué su belleza, no pude evitarlo, me compadecí tanto de aquel extraño destierro que en mi inocencia, fui haciendo mío y me imaginé que era una mujer...

jueves, 24 de junio de 2010

EL CUENTO Nº77 DE LA LUNA OSCURA. UN CUENTO RESCATADO DEL RECUERDO.




Me demoré y lo siento.

¿Sabéis?

Hubo un tiempo en el que los cuentos acariciaron suavemente la quietud de un alma dormida que extravió una vez sus sueños.

Y las noches se llenaron de palabras que arrullaron la soledad del silencio; mientras las estrellas, tratando de acallarlas, buscaron inútilmente instantes de melodías perdidas entre las hojas de los árboles y del jazmín orgulloso de junio.

Nunca el sentir dolió tanto en las letras que reflejaban aquella nostalgia. Letras de fabulas lejanas que se bañaron del color de la oscuridad en el que la dama, a pesar de su dolor, se sentía protegida.

Y en el anhelo por creerse de nuevo viva y encontrar a la niña perdida entre flores, aquella alma que comenzaba a despertar fue llenando vacíos.

Hubo también un tiempo en el que las rosas para ella lo fueron todo y en su jardín recuperó sus sueños.

Y el instante en que decidió dejar de sentir y envolver su corazón en las sombras de la luna fue convirtiéndose tan sólo en un recuerdo.

Pero quién no ocultó una vez el rostro contemplando a la luna, quién no escondió las lágrimas bañadas en su luz.

A veces renacer y desprenderse de la tristeza puede ser difícil para quien en su soledad aprendió a convivir con ella tras sonrisas.

¿Sabéis?

Me demoré y lo siento. Y aunque tras este silencio habrá más cuentos poco a poco en ellos necesito ir despidiéndome de mi luna, pues necesito acariciar aún más la vida.